miércoles, 26 de septiembre de 2007

Colillas en mi boca


Insomnio, malditas horas muertas tirada en la cama esperando a que la anestesia haga efecto.
Milan Kundera habla en su libro “la Ignorancia” del sentimiento de añorar; su significado léxico y semántico. Sabias que en la lengua alemana no se conjuga el verbo añorar porque no lo conciben como un verbo. Qué ocurre qué ellos no hechan en falta…?
Últimamente brotan de mis pies palabras, no se por donde salen, no se si así ha sido siempre o es que cansadas de ver el mismo decorado han decidido por ellas mismas escapar.
Ojalá. Esta es un ejemplo claro de lo que os iba contando.
Una palabrita revoltosa que una vez consigue escapar no para de rebotar por las paredes de ahí donde esté, haciéndose de notar, pues yo la escucho canturrear una canción que aun no consigo descifrar.
Temo que un día empiece a brincar de tal manera que acabe rompiendo algo, o peor aun!, lastimando a alguien.
Nunca se me dio bien la sangre, y menos la ajena; aunque conociéndome seguro que la única que acaba con marcas de esta batalla ya perdida soy yo.
Mejor, no quiero tener que ir a buscar el agua oxigenada y el vetadine, mis heridas por muy profundas que parezcan acaban sanándose ellas solas. Únicamente hay que dejar que la sangre fluya y que ella misma desinfecte la zona afectada.
A veces ocurre, que esta empieza a salpicar la habitación llenadola de pústulas parecidas a las de la varicela y es entonces cuando me empieza a picar ,mi habitación mi cuerpo mi habitación.
Madrugada tras madrugada observo como esos granos sudorosos empiezan a crecer y ha inflamar las paredes y me paro el tiempo para controlar el momento de su explosión.
Comparto habitacion y por tanto hay ciertas normas de convivencia que he de cumplir, imponiéndose así la idea de buscara papel de lija y exfoliar todo el gotelé de las paredes verde manzana de esta mi pequeño habitáculo. Verde, verde estoy yo en los temas del corazón.
Las próximas paredes en las que habitare quizás algún día las mandare pintar rojas para que cuando salpique no tenga que preocuparme por bajar a comprar mas lija para deshacerme de ellos.
Listas son las palabras que consiguen escapar de nosotros y acaban camufladas sin molestar a nadie pues si estas, las revolucionarias, no fueran tan ignorantes sabrían que ciertas veces se agradece perder un poco de peso, aunque solo sean unos gramos, derivados de la perdida de estas.



Styska se mi po tobe:

«te añoro; ya no puedo soportar el dolor de tu ausencia».

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