Con él has descubierto lo rápido que puedes cambiar de idea solo con mirarlo.
Ese olor característico que se impregna en tu ropa una vez tropieza contigo y te abre de piernas.
Al principio te resultaba divertido o eso me hacías creer, el juego del escondite y los mensajes a medianoche obscenos.
Doler lo que se dice doler no duele. Solo escuece un poco mas, es tan habitual que te has acostumbrado a sentirlo ahí. Podrías dibujar el contorno de sus manos solo recorriendo con los dedos la sensación de quemazón que sientes en tus muslos.
Dolor y placer, miedo y asco, necesidad.
Vista desde el pasillo eres como una diosa a la que le han arrebatados todos los dones de los que era poseedora, te ves preciosa jugando con tu pipa de opio.
Adormideras para los sentidos, adormideras que te crean insomnio y te roban los lisérgicos sentidos que aun logras controlar.
Me siento envenenada al verte así, tan grande y pequeña a la vez.
Sabes que solo tienes que pedirlo, es una petición simple, con una mirada lo haría, te arrancaría de raíz y te llevaría descuartizada a algún lugar lejano para volver a recomponerte.
Pieza por pieza, extremidad por extremidad.
Adios a la rana...
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